En la música caribeña, lo espiritual y lo sacro van de la mano

Delia Blanco, especialista en literatura y crítica de arte, hizo la afirmación durante el conversatorio organizado por Diccionario Cultural Dominicano, y su director, Julio Samuel Sierra, en el Café Filo de la Biblioteca Juan Bosch, con la participación de Xiomara Fortuna, Edis Sánchez y Carlos Andújar.

SANTO DOMINGO. – Con el Café Filo de la Biblioteca Juan Bosch como escenario, interpretes y estudiosos de las expresiones musicales y culturales dominicanas, coincidieron en resaltar la presencia de “la africanía” en los ritmos populares de la República Dominicana, y los elementos espirituales que se vinculan a estos y han permitido que trasciendan generaciones.

El director del Diccionario Cultural Dominicano, Julio Samuel Sierra, introdujo el conversatorio “Ritmos Afrocaribeños, una excepción cultural”, y anunció que es el primero de una serie de conversatorios, enfocados en temas culturales, que se desarrollarán este año, con la participación de gestores y actores de este ámbito.

Recordó que el Diccionario Cultural Dominicano, publicado por Editorial Funglode, es una iniciativa de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), que nació y fue concebida por su padre, el extinto Jimmy Sierra, gracias a la visión del presidente de la institución y expresidente dominicano, Leonel Fernández.

Delia Blanco moderó la conversación, en la que participaron Edis Sánchez, musicólogo, percusionista e investigador; Xiomara Fortuna, artista, compositora y cantautora; Carlos Andújar, sociólogo, investigador y catedrático. Con la moderación de Delia Blanco, especialista en Lenguas y Literatura.

En la presentación de la compositora e interprete Xiomara fortuna, resaltó sus aportes a la música popular dominicana y su compromiso como representante de la identidad afrocaribeña

Carlos Andújar, sociólogo y reputado investigador del ámbito de las ciencias sociales recordó que estudiosos afroamericanos han indicado que la música y la espiritualidad son dos elementos fundamentales, cuando se identifica la presencia africana en América.

Los ritmos caribeños, manifestó, es donde se ha asentado de manera sólida, fundamental, la presencia afroamericana en el continente americano.

Constituyen, enfatizó, un rasgo de identidad, porque son esos ritmos lo que identifican al Caribe en el resto del mundo.

No obstante, lamentó que durante generaciones se haya negado esa influencia de la africanía en la música popular, porque elites intelectuales favorecen más la identificación con lo europeo.

Los esclavos de la tierra que hoy se llama República Dominicana, trataron de imitar las danzas europeas con esos bailes en pareja, que se diferenciaban de los bailes africanos originales que hacen en grupo.

También rememoró como en su momento, el merengue y la bachata, así como la música urbana, han sido rechazadas. Al respecto apuntó, que en esos géneros hay una base rítmica común, al margen de la lírica.

En cada momento, intelectuales o no intelectuales dominicanos, no asumieron la africanía de los ritmos que ha logrado constituirse en Patrimonio Mundial de la Humanidad.

La cuestión es que el ritmo que es de procedencia africana es lo que le gusta a la gente.

Xiomara Fortuna se refirió a la forma en que ha trabajado el ritmo y la voz para lograr expresar el sentimiento que hay en las manifestaciones musicales heredadas de los africanos

Puntualizó que en África la gente danza, y es algo diferente a bailar, y que lo pueden hacer de manera solitaria o grupal.

Por otra parte, dijo que la herencia musical de África adquiere en el Caribe nuevas esencias y colores, y subrayó como las diferencias culturales marcan distancia en la herencia africana y sus expresiones musicales en el Caribe.

A mí, dijo, se resulta fácil la música afro-dominicana, sin embargo, se me hace muy difícil cantar, por ejemplo, música afrocubana, “porque los acentos cambian”.

Entonces, el artista tiene que estudiar, conocer esos ritmos con lo que no se siente familiarizados, para poderlos interpretar.

En la conversación salió a relucir en múltiples momentos la religiosidad que hay detrás de las expresiones musicales, y la identidad que conlleva, porque son herencias que se reproducen de generación en generación.

Mencionaron, como ejemplo, la veneración a San Miguel y a la Virgen de La Altagracia

Sánchez, un investigador de ritmos afroantillanos y percusionista consagrado, se unió al conversatorio y, de entrada, subrayó, que la religiosidad es parte fundamental de la cultura dominicana y tiene, por tanto, su expresión en la música.

Aludió a los compromisos religiosos del pueblo dominicano como compromisos sagrados, que preservan generaciones, a través de muchas ceremonias que han heredado de sus antepasados.

Es la que es lo que ha permitido que se preserven mucho de estos ritmos y que en la misma dirección se preserven también muchas ceremonias.

La necesidad de recordar a su abuela, a su madre, a través de esa religiosidad transmitida, tiene sentido a través de la música del tambor dice, Sánchez, para agregar que esos toques suben la “energía a tope”, mientras se alternan con oraciones.

Sánchez explicó los orígenes de la construcción del tambor. Llevó al escenario un tambor de Villa Mella utilizado para la interpretación de salves. Con su genialidad como tamborero, mostró diferentes técnicas de tocar el tambor, que llegaron a la isla y se han preservado con el tiempo.

El conversatorio está disponible en el canal de YouTube de Funglode Multimedia.

Translate »
Scroll al inicio